miércoles, 22 de octubre de 2014

Magical Girl (2014)

Definir Magical Girl es algo tan difícil como imposible, ya que por su naturaleza pretende serlo. Te puede gustar y dejarte atolondrado durante bastante tiempo, dándole vueltas al misterio que se esconde tras ese retrato oscuro de cotidianeidad, o puedes decir simplemente que es una mierda y que no entiendes como una película así ha podido ganar la Concha de Oro del pasado Festival de San Sebastián.

Yo soy de los primeros. Quedé traspuesto tras el final de este cuento, tan atípico como personal, sobre la desesperación, la soledad y la locura.


Su argumento parece sencillo, a priori, pero es retorcido y tiene un trasfondo de crítica social jugoso/goloso. Carlos Vermut no se corta ni con cuchillo. Utiliza, con buen resultado, una de las técnicas que ya vimos en sus anteriores trabajos (cortos incluidos): dividir todo el metraje en “capítulos” o “actos” consistente en fraccionar la historia para, principalmente, presentar a sus protagonistas e ir construyendo poco a poco un maremágnum de relaciones personales y cuentas pendientes.

Un guion más inteligente que original, aunque no escasea en ninguna de las dos cualidades. Da un paso más allá del que dio en su anterior largo, Diamond Flash, y se lanza a por todas, como si se tratase de su auténtica ópera prima. 

Sería injusto dejar de lado la participación de los actores en esta pequeña crítica, que se merecen un sobresaliente alto. Un diez, vamos. Desde José Sacristán a Luis Bermejo, duelo de titanes, a las “girls” Barbara Lennie, una pasada de tía, y a Lucía Pollán, grandísimo debut. 

Suena pedante decirlo, pero Magical Girl habla de todo y de nada. Una película que no deja indiferente a nadie y en la que puedes encontrar de todo; sadismo, desnudos integrales, muertes, pistolas, ramen, y a Javier Botet. 


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