“Nada es lo que parece y nadie es quien dice ser” a no ser que lleve
una cabeza de cartón piedra gigante durante años.
El de la foto es Frank,
protagonista de la película Frank. Le presento de esta forma
porque es un personaje con el que uno empatiza rápidamente. Frank, te quiero.
Personalmente, hacía mucho tiempo
que no veía una película que me transmitiese tanto y que, además, lo hiciese de
una forma tan sutil.
La historia se desarrolla a la
perfección. No abandona en ningún momento el humor negro que le caracteriza, llegando
aún más allá. Tiene un grandísimo trasfondo.
No habla solamente de un grupo de música y
sus peripecias, sino que habla del arte en general, de la pasión que sienten sus
miembros por hacer lo que realmente quieren hacer en la vida, aunque no guste a todo el mundo. Y es que eso es precisamente el
arte, hacer lo que te sale de dentro sin tener cuenta el aprobado que pueda dar
un público criticón y tiquismiquis.
Supera con creces la transmisión de
este pensamiento en su conjunto. Puede que la cinta inglesa no guste a todo el
mundo pero cuenta lo que quiere contar y lo hace sin miedo a disgustar.
Poco que decir de las actuaciones
que no se haya dicho ya: Michael Fassbender, bravo; Maggie Gyllenhaal, brava;
el resto del reparto, bravissimos todos. Parece que me estoy cachondeando, pero
no. Los actores hacen un trabajo estupendo, reconociendo a Domhnall
Gleeson, como una de las grandes sorpresas.
Por último y no por ello menos
importante, Lenny
Abrahamson. Inteligentísimo en sus acciones como director haciendo malabarismos
entre humor y drama y construyendo una historia que habla de sueños y metas, de lo
poco que podemos llegar a conocer a alguien en la vida y de lo que
realmente nos hace falta para ser felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario